Emprender es una aventura en la que ponemos nuestra energía y sueños. Es muy común, sea cual sea nuestra actividad, que nos ataquen sentimientos negativos ¿Es posible usar estos sentimientos en la toma de decisiones? ¿Hay emociones positivas y negativas? ¿Nos ayudarán en el camino que tenemos por delante a recorrer?

 

La primera sensación que nos aparece es el miedo. Nuestras debilidades no son algo que demuestre minusvalía para conseguir llegar a nuestras metas, muy al contrario estos sentimientos son naturales y debemos de usarlo como una canalización de los problemas que prevemos para ayudarnos a clarificar nuestros objetivos.

 

La inseguridad, la incertidumbre y la indecisión ante un nuevo proyecto no han de frenarnos en nuestros proyectos de emprendeduría sino que han de ser atajados con una disposición positiva, una actitud emprendedora.

 

En todo ejercicio emprendedor hay una parte de vital importancia que es la motivación.

 

Los seres humanos tenemos necesidades y aspiraciones de satisfacerlas, podríamos definir la motivación como el desarrollo de estas necesidades, o como el conjunto de factores que nos llevan a la acción.. Las hay de diferentes tipos, fisiológicas (hambre, frío..), de seguridad y sociales (aceptación, estima, etc.)

 

Rafael Muñiz (2006), en 'motivación en el entorno laboral' sostiene que: La motivación en las personas se inicia con la aparición de una serie de estímulos internos y externos que hacen sentir unas necesidades.

 

En todo emprendedor hay una característica común que incluyen factores imprescindibles en todo proceso de emprendeduría .. el logro, reconocimiento, crecimiento laboral, riqueza.

 

Manejar las emociones propias en nuestro beneficio nos hace encaminarnos hacia los objetivos marcados haciendo de nosotros un buen emprendedor.